La Galería Marta Cervera (Madrid) presenta ‘Hall of Mirrors’, una muestra en la que Gorka Mohamed desvela una serie de retratos de personajes abstractos construidos a partir de rasgos y objetos que reconocemos, que nos resultan familiares, pero que a la vez desprenden un halo inquietante que nos genera un cierto desasosiego. Podríamos hablar aquí de aquello que describe Mark Fisher en Lo raro y lo espeluznante, el porqué algo nos resulta desapacible, aunque se enmarque dentro de una cierta familiaridad, por el hecho de no ajustarse a nuestra naturaleza. Sin embargo, aunque los personajes, en un primer momento, nos puedan transmitir lo virulento que podríamos encontrar en la maraña de estratos que conforman nuestra sociedad actual, para Mohamed, estos mismos personajes nos muestran también cómo apropiarse de aquello que nos resulta tóxico -en un contexto social- para convertirlo en catalizador de su propio remedio.
Hall of Mirrors, hace referencia a la famosa ‘galería de espejos’ que Luis XIV utilizaba para celebraciones, recibir a mandatarios y demás, con el fin de exhibir su poder a través de esa arquitectura: una sala de espejos en la que poder multiplicar su imagen y su ego hasta el infinito. Esta referencia hoy nos lleva claramente a la multitud de pantallas que nos rodean, que apagadas se convierten en espejos negros, y que detrás esconden gran parte de nuestra interacción social actual.

Gorka Mohamed Untitled, 2020 Pastel on paper 65 x 50 cm 72 x 57 cm (framed)

Gorka Mohamed Libertine, 2020 Pastel on paper 65 x 50 cm 72 x 57 cm (framed)
Por otro lado, la estética del retrato barroco es explícitamente visible en las pinturas de Mohamed, algo que en períodos como el actual, donde prevalece lo sensorial y lo visual, se manifiesta como un gesto totalmente contemporáneo. Estos guiños al barroco también se perciben en algunos de los títulos como The Marquis of Promiscuous Gear Stick. Mohamed actúa como un ventrílocuo a través del lenguaje pictórico por el cual hace hablar a sus personajes. Mediante un ejercicio de assemblage, objetos en desuso y rasgos físicos exagerados se combinan para construir retratos psicológicos de individuos y de sus psiques. Esta expresividad llevada al límite revela el interés de Mohamed por la morfología perversa que existe en los dibujos animados, como los creados por Tex Avery, y de otros cartoons de las décadas de los años 20 y 30. Los personajes son sujetos anónimos, que, aunque inspirados en personas desconocidas que cualquiera nos cruzaríamos en calles de alguna ciudad, representan arquetipos y como tal reconocibles.
Los retratos de Mohamed, conformados como montajes abstractos, se muestran como el anti-selfie, en tanto que se alejan de poses ensayadas e imágenes filtradas. Mohamed se aparta de la fotogenia y se posiciona en esos ángulos con frecuencia antiestéticos que resultan reveladores. En este sentido se fija a menudo en figuras políticas, como en el caso de Temporary Secretary, que alude a Sarah Sanders, la secretaría de prensa de Donald Trump, y en concreto nos remite a la famosa imagen en la que la cara de Sanders, casi deformada por su expresión, se convertía en símbolo de la mentira. Esta cuestión de cómo representar a alguien desde el ángulo más real posible nos lleva a las ideas de Bajtín, quien afirma que nunca nos vemos a nosotros mismos como un todo, si no que el otro es necesario para lograr, aunque sea provisionalmente, la percepción del yo. De hecho en sus escritos especifica que ni siquiera un espejo o un autoretrato pueden ofrecer una visión completa del yo. La identidad no pertenece solo al individuo sino que es compartida por todos.
Una exposición de retratos cobra un interés especial actualmente, en un momento social en el que los rostros adquieren aún mayor protagonismo; por un lado -en todo el planeta y debido a la pandemia- se ha impuesto el uso generalizado de la mascarilla, impidiéndonos ver una gran parte del rostro de las personas que nos cruzamos en nuestro día a día. De hecho, durante un tiempo, la única manera de poder ver rostros completos era a través de una fotografía digital o de una videollamada. Por otro lado, la popularización del uso de la tecnología de reconocimiento facial, que hace que nuestro rostro se use como signo de autenticidad y que nuestra cara se convierta en la prueba de nuestra identidad. Lo que se traduce en un intento de objetificar las caras que podríamos confrontar a las ideas de Levinas, quien en su ensayo ‘El rostro del otro’ se ocupa de la cuestión de otredad a través del rostro, y afirma que la cara al fin y al cabo no es un objeto ni físico ni estético, se constituye como una presencia viviente, que recibimos como pura expresión, nos interpela, y por tanto, resultará siempre imposible capturar la infinidad de ‘el otro’. Texto: Gema Melgar

Gorka Mohamed Katharine Rooibos del Soft-totalitarism, 2019 Acrylic on Linen 35.5 x 25.5 cm

Gorka Mohamed Amnesiac, 2020 Pastel on paper 65 x 50 cm 72 x 57 cm (framed)

Gorka Mohamed Weltanschauung Of Amanda Liberty

Gorka Mohamed Trapdoor, 2021 Oil on linen 200 x 144.5 cm

Gorka Mohamed Relocated Memories From London 276 Bus Journeys, 2021 Oil on raw linen 59.5 x 44.5 cm

Gorka Mohamed Temporary Secretary, 2020 Pastel on paper 65 x 50 cm 72 x 57 (framed)

Gorka Mohamed The Marquis Of Promiscous Gear Stick, 2021 Pastel on paper 65 x 50 cm 72 x 57 cm (framed)

Gorka Mohamed Queen of Burn-Out Techies del Instagram of Hearts, 2021 Oil on linen 125 x 110 cm

Gorka Mohamed Puppet and Master Manipulator Reversing into One Another, 2021 Pastel on canvas 130 x 100 cm 136 x 106 cm (framed)

Gorka Mohamed The Firefox Wizard of Oz, 2021 Acrylic on linen 150 x 140 cm