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EDUARDO JAIRYCOVICH / DESNUDANDO EL RITO QUEER

Espero en un salón blanco al amparo de la mismísima Cher; que observa omnipotente todo desde su marco sobre el aparador. No es la única fotografía en las paredes, revestidas con espejos y cuadros, aunque acapara toda mi atención. La casa está llena de detalles de colección y en sus habitaciones se respira buen gusto y encanto. Así, presa de la fascinación, me descubre Eduardo Jairycovich (Valencia, 1996) al entrar. Tomamos asiento. Le acompaño esta mañana de verano para charlar sobre su último libro, RITO, desde una perspectiva queer y personal. Después de saludarnos, me alcanza una copia del mismo. En la portada, sus piernas entre lencería y plumaje.

Teo Vallet: He leído RITO… y he viajado a través de él. Embarcas en un episodio y varas en otro prácticamente opuesto, como una travesía complementaria. ¿Pretendías deliberadamente esa sensación?

Eduardo Jairycovich: RITO tiene una estructura muy orgánica, sí. Un nacimiento y una muerte. O tal vez una nueva vida, porque acabar es renacer. Significa un proceso de aceptación, con sus altibajos.

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METAMORFOSIS. © Eduardo Jairycovich

© Eduardo Jairycovich

© Eduardo Jairycovich

¿Podría cualquier lector, más allá del colectivo LGBTIAQ+, identificarse con ese renacer? Todo el mundo pasa por situaciones de las que reconstruirse, con independencia de la orientación. Es cierto que los homosexuales lo vivimos muy de frente, al ser conscientes de nuestros conflictos desde la infancia. En ese caso, es imposible no sentirse apelado porque sabemos que existe este problema. Pero cualquier persona puede conectar con RITO, desde su propia existencia o desde la de seres cercanos. Podrán sentir un vínculo, porque la sociedad forma parte de nuestra historia.

¿Esos otros lectores participan de las dinámicas que sufre el colectivo? Tal vez. A veces, tomar una posición en contra de la víctima pasa simplemente por ver una agresión y no hacer nada al respecto. RITO puede hacer recapacitar sobre esto.

En ese sentido, ¿RITO es un libro didáctico? Yo lo defino como un libro que, de haberlo escuchado de pequeño, me hubiera ayudado a entender que no estaba solo y que lo que me sucedía era una etapa de la que poder salir. Al leerlo, familiares míos han encontrado pasajes que también habían sufrido, desde sus perspectivas. Es un libro que permite acercar a las personas.

Eduardo Jairycovich

ADIÓS 2021 © Eduardo Jairycovich

Esta entrevista se está realizando en el mes de junio, dedicado al Orgullo. RITO también es una forma de orgullo: de mostrar las cicatrices de una persona. ¿Hace falta más activismo enfocado a esto, frente al blanqueamiento de la lucha y su uso interesado? El Orgullo ha llegado a convertirse en colorines y amor. No es nuestra realidad. La realidad es que vivimos ansiedad y procesos muy difíciles de aceptar. La visibilización de eso es también importante. No todo es un arcoíris. Una buena parte del activismo es moda: gente que utiliza luchas como propaganda, sin dar ningún apoyo. Una campaña de marketing, en resumen. Se necesita también hacer llegar el mensaje a personas fuera del colectivo, para que puedan comprendernos y respetarnos. Las empresas deberían contactar con personas del colectivo, que han vivido esa discriminación, si quieren contar historias interesantes. No basta con una bandera o una camiseta.

La palabra queer está muy denostada por algunos sectores, especialmente en foros sociales como Twitter. ¿Cómo definirías tu propia existencia queer para alguien ajeno al concepto? ¡Es complicado! [ríe]. Ser queer implica vivir tu verdadera forma de ser libremente. No todos los gays son queer. Por ejemplo, aquellos que viven en la normatividad. Ser un hombre queer es no tener miedo a explorar tu feminidad, fluir con tu sexualidad, desprenderte de etiquetas.

¿En qué medida ser queer está vinculado a la expresión de género? Plenamente. Yo me identifico como una persona queer. Me da igual el trato social que me den, si eso tiene que ver con cómo me visto, porque me visto como me apetece. Cuando eres queer, lo único que quieres es liberarte de patrones condicionantes.

“Vivimos un poco armarizados. Tratamos de encontrar una forma de ser nosotros, pero necesitamos la aceptación de los seres que queremos”. 

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PEONZA con Adrián Ros © Eduardo Jairycovich

¿Es queer una persona fuera del colectivo si transgrede la normatividad y la expresión tradicional de su género? No. Pol Granch no es queer, por ejemplo. Puede utilizar una estética determinada y me alegra que personas hetero participen de esa estética. Pero ser queer no es simplemente una estética. Es algo interior, que implica luchar constantemente. No va con la vestimenta en exclusivo; también con tu sexualidad y tu mentalidad. ¿Quieres referentes queer? David Bowie o Prince, sin ir más lejos. Puede que hayan tenido mayoritariamente relaciones heterosexuales, aunque eran bisexuales, pero sufrían con nosotros. Estaban a nuestro lado, igualmente cosificados como gays. Para su público, Pol Granch sigue siendo un chico hetero.

Parece existir un nexo muy estrecho entre ser queer y poner de manifiesto tu sexualidad. O, al menos, no ocultarla. Las mujeres, generalmente ya hipersexualizadas por el sistema, no generan el mismo impacto social que los hombres que exploran y demuestran su sexualidad. El problema es que hay una doble moral con respecto a las mujeres. Cuando se exponen, la gente las cuestiona mucho más. Se las sexualiza, pero se les critica por ello. A un hombre, cuando decide mostrar su lado sexual, nadie le cuestiona. A excepción, claro, de si el hombre es queer. De hecho, una persona normativa explorando su feminidad al ponerse una falda va a ser aplaudida; una persona queer va a ser señalada.

¿Cuál es tu relación con tu feminidad? Yo comencé a explorarla desde niño. Quería tener los tacones de mi madre. Me disfrazaba de Nefertiti o Cleopatra, encubierto de faraón. En la adolescencia, empiezas a sentir la opresión y te reprimes. Buscas la normatividad para no desencajar. Nunca dejé de experimentar conmigo mismo, pero en soledad. Al asentarme en Valencia y estudiar moda, encontré una vía para dejarlo salir al exterior de nuevo. Aun así, siempre vivimos un poco armarizados. Tratamos de encontrar una forma de ser nosotros, pero necesitamos la aceptación de los seres que queremos. Y, pese a ello, hay gente que se queda atrás.

“Quería tener los tacones de mi madre. Me disfrazaba de Nefertiti o Cleopatra, encubierto de faraón. En la adolescencia, empiezas a sentir la opresión y te reprimes”.

© Eduardo Jairycovich

DINERO © Eduardo Jairycovich

También ese sacrificio forma parte del RITOSí. Hay personas que no quieren quedarse cuando te muestras de verdad. Pero no debemos encapsularnos en nosotros mismos, sino reivindicarnos como somos. El que te aprecia por lo que eres, permanece. A veces confundimos el camino y nos alejamos para evitar el rechazo, cuando todo lo que deseamos es aceptación.

Ahora que RITO está publicado, ¿sientes pudor o desnudez al compartir tu intimidad? No. Siento que con RITO he salido del armario por segunda vez. Cuando sales del armario, ya has tirado la casa por el balcón. Estoy en un punto de mi vida a muy poco de que me den igual las opiniones de terceros. No tengo problema con mostrarme desnudo o abrir mi alma. Ahora, la primera vez que mi familia me ha visto así, tal cual, ha sido aquí. En Instagram, ésta es la versión que he venido mostrando años, pero nunca antes mis padres me habían visto en tanga y con corsé.

Escribes, incluso sabiendo que te leerán personas próximas a ti, como ellos. En realidad, es lo que quiero. Muchas de las cosas que he escrito no he sido capaz de expresarlas cara a cara. Es triste que lo escuchen así, pero ha sido mi manera de afrontarlo. Además, RITO sobre todo está publicado para las personas que no conforman mi entorno, para que puedan entrar en contacto con vivencias queer y encontrar un apoyo.

Describes RITO como una iniciación a ese camino de aceptación. Intuyo que, desde tu propia iniciación hasta la publicación del libro, hay un lapso de tiempo para la madurez. ¿Cuándo viviste tu propio RITOEl RITO nunca acaba. La primera aceptación es la de comprender que el proceso de aceptarse no termina. Hay constantes altibajos. Muchas veces no podemos si quiera disfrutar de las cosas bonitas que nos ocurren. Es importante buscar un equilibrio. Vivir en una nube tampoco es humano; no hay que pretenderlo. Yo comencé mi propio RITO tal vez desde mi nacimiento: creces ajeno a lo que sucede, en una burbuja feliz, hasta la adolescencia. Ahí te das cuenta de que algo no encaja. Tratas de luchar por que se recomponga, hasta que entiendes que eres tú la pieza que no cuadra con la sociedad. Y entonces sólo tienes dos salidas: odiarte o ser tu defensor. Con muchas recaídas, ése es el proceso de reconstruirse para amarse.

© Eduardo Jairycovich

© Eduardo Jairycovich

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ADIÓS © Eduardo Jairycovich

Algo que transmites en RITO con tanta presencia visual como narrativa. Las imágenes tienen el mismo valor que los poemas y relatos. De hecho, la mayoría se corresponden. Aunque hay algunas imágenes que expresan todo mejor que un texto. Ésas no tienen su correlato. Mejor mostrar. Prefiero una fotografía expresiva a cualquier palabra vacía. Mis imágenes son una forma de expresión muy medida. Fui trabajándolas como cuadros independientes, diseñados con tiempo.

Eduardo, ¿cuál sería el primer paso a dar para que el lector emprenda su propio RITO? …Hay un breve silencio para la reflexión, finalmente vencido con contundencia.

No soy yo muy consejero; es un tema sensible. Creo que es importante trabajarlo con la ayuda de expertos para que, en el momento en que tocas fondo, puedas discernir algo de luz. Salir de ahí es difícil, porque el único que te puede sacar eres tú. Por eso, necesitas poner toda tu fuerza para sobrevivir. Hay que asumir que nosotros somos la única persona con la que vamos a convivir hasta el final y que tenemos que reflotarnos como sea.

Y con paciencia. ¡Mucha paciencia! Todo lo que vale la pena requiere su tiempo.

Las ventanas del salón están abiertas y dejan que se cuele el rumor de una calle agitada. Agradezco la hospitalidad de Eduardo en esas horas que hemos disfrutado entre la decoración exquisita que nos rodea. Antes de despedirme, me detiene y toma una estampa de su busto. Me la dedica: «Gracias siempre por confiar en mí». Pienso, mientras redacto esta entrevista, que de eso va RITO. Ante todo, un sendero hacia la confianza.

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RITO de Eduardo Jairycovich


RITO
Dirección artística: Eduardo Jairycovich
Fotografía & Vídeo: Féminin Films
www.eduardojairycovich.com

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