Diego Mir (València, 1979) “Adoro mi lavavajillas y detesto planchar la ropa. Y últimamente me ha dado por correr, será la crisis de los cuarenta…” Diego responde a nuestras preguntas y nos habla de algunos de sus proyectos más recientes.
¿Quien es Diego Mir? Háblanos de ti. Me llamo Diego Mir. Nací y vivo en Valencia. Estudié Bellas Artes, aunque no terminé la carrera. Más tarde realicé los estudios superiores de Diseño Gráfico en la EASD. Esta vez los terminé. Estoy especializado en ilustración para prensa, diseño de carteles e identidad corporativa. También (mal)vivo de la música. Estoy casado con Superwoman y soy padre de Pol y, próximamente, de Mireia. Soy un yonqui del café y del chocolate. Adoro mi lavavajillas y detesto planchar la ropa. Y últimamente me ha dado por correr, será la crisis de los cuarenta…

Diego Mir y una hamaca

La “corxofa” un encargo del colectivo Per l’Horta © Diego Mir

La “corxofa” un encargo del colectivo Per l’Horta, es hoy un icono de la resistencia ciudadana y la defensa de la huerta. Foto: David Segarra
¿Cuáles son los proyectos a los que les tienes más cariño? ¿Cómo surgieron? Es difícil quedarme con determinados proyectos, pero si tengo que elegir me quedo con aquellos que dejan huella de algún modo. A los diseñadores se nos llena la boca repitiendo mantras como que nuestra labor va dirigida a la sociedad, quizás en ese afán de desvincularnos de la figura del artista contemporáneo. Sin embargo, con frecuencia olvidamos esa característica esencial de nuestro trabajo y vivimos en el onanismo de complacer a nuestro ego y en la búsqueda constante del reconocimiento por parte del resto de compañeros de oficio. Pero, a veces, la vida te recuerda que tu trabajo tiene más calado social del que podías imaginar.
Es lo que me pasó con mi colaboración con el colectivo Per l’Horta. Entre la multitud de batallas libradas por la asociación, los valencianos todavía recordaremos durante muchos años la del Forn de Barraca. Se trataba de un antiguo horno moruno de pan, construido en 1906 en plena huerta de Alboraia. Amenazado por la ampliación de la autovía V-21, de poco sirvieron dos años de protestas, movilizaciones y resistencia pacífica, ya que las excavadoras la redujeron a escombros en medio de la expectación mediática. Esta alquería ha sido el símbolo de la resistencia a la ampliación de la V-21, obra del Ministerio de Fomento, cuyo objetivo es favorecer la entrada de más vehículos a València a costa de destruir 62.000 m2 de huerta. Un detalle que a veces olvidamos pero que me parece especialmente significativo es que fue derribado el 27 de septiembre de 2019, coincidiendo con la huelga mundial por el clima. Previamente, desde la asociación habían contactado conmigo hace unos años para encargarme una ilustración que iría en la fachada de la alquería. La “corxofa”, con el tiempo, ha trascendido este hecho en concreto y se ha convertido en icono de la resistencia ciudadana y la defensa de la huerta. Hoy en día la encontramos en otras fachadas de alquerías valencianas, en el cauce del río Turia, en multitud de pintadas y graffitis, en cabeceras de programas de tv o en videoclips de artistas de reconodico prestigio. Ha aparecido en una obra de teatro, en portadas de discos y en multitud de medios de comunicación. También se imprimieron ediciones limitadas y numeradas de carteles y postales, cuyos beneficios van destinados íntegramente a Per l’Horta.

Words not walls. Un proyecto con el que “jugar” con las palabras y su significado. El objetivo era utilizar las palabras como puentes que nos unan, y no como muros que nos separen. © Diego Mir

Words not walls. © Diego Mir

Words not walls. © Diego Mir

Words not walls. © Diego Mir

Words not walls. © Diego Mir
Otro proyecto al que le tengo un cariño muy especial es Words not walls. Lo curioso de esta iniciativa es que surgió como algo personal, un proyecto con el que “jugar” con las palabras y su significado. El objetivo era utilizar las palabras como puentes que nos unan, y no como muros que nos separen. A partir de pintadas que contienen mensajes de odio, planteé posibles alternativas mediante intervenciones mínimas en las letras, las palabras y los símbolos, ofreciendo además la posibilidad de descargar plantillas en formato vector por si el usuario quiere imprimirlas y utilizarlas para reforzar dichos mensajes. El proyecto salió en diferentes medios de comunicación y se viralizó por rrss. Un día recibí un mail de una profesora de Educación Plástica en un centro de ESO en Intxaurrondo, Donosti. Me contaba que, durante sus vacaciones de navidad leyó un artículo sobre WNW y, cuando se reincorporó al trabajo en enero, descubrió que unos alumnos, aprovechando que el centro estaba cerrado, lo habían llenado de pintadas con mensajes groseros. Así que aprovechó para hablarles a los alumnos de mi proyecto y, entre todos, plantearon alternativas a esos mensajes y dibujos. Uxoa, la profesora, con quien a día de hoy sigo manteniendo relación, me envió fotos del proceso y del resultado. Me dejó maravillado, me pareció un trabajo en equipo increíble y una actividad didáctica muy completa. Unos meses más tarde fui al centro invitado por sus docentes y di una charla a los alumnos. Fue una experiencia fantástica y guardo un recuerdo especial de aquello.
Siguiendo el hilo de proyectos con calado social, también me quedaría con la campaña #ElijoQuerer, que diseñé con Luis Demano para el Programa Contexto de la Universitat de València. Se trata de una iniciativa pionera dirigida a los hombres que ejercen violencia en sus relaciones de pareja, con el objetivo de ofrecerles una salida a dichas conductas a través de ayuda profesional. La sintonía con Luis, el feeling con el cliente, el resultado final y la repercusión que tuvo la campaña lo convirtieron en un proyecto que disfruté muchísimo.
También guardo especial cariño, por diferentes motivos, a otros encargos: la identidad de la clínica dental Marco & Chamorro, la de Naira Rodrigo, la gráfica de los aniversarios de la Universitat Popular de València relacionados con temáticas feministas, la campaña “No soc el teu joguet” para concienciar a padres e hijos sobre la responsabilidad de tener mascotas, la 34 edición de la Mostra de València o la imagen de la temporada 20-21 del Palau de la Música, por citar algunos.

Proyecto #ElijoQuerer, diseñado con Luis Demano para el Programa Contexto de la Universitat de València. © Diego Mir

Imagen gráfica para la 34 edición de la Mostra de València. © Diego Mir

Serie de carteles para la Univerisitat Popular de Valencia. © Diego Mir

Imagen gráfica para El Palau de la Música de València. © Diego Mir
¿En qué te inspiras a la hora de crear? ¿Qué filosofía crees que transmiten tus trabajos? La inspiración surge de cualquier rincón inesperado, es algo que aprendí hace muchos años. No solo del mundo del diseño. De hecho, soy muy poco mitómano y apenas estoy al día de lo que se hace en todas partes, además de que tengo muy mala memoria y no retengo nombres y demás. Pero sí que me considero una persona curiosa y con inquietudes, lo cual creo que es necesario en esta profesión. Disciplinas más o menos transversales al diseño, como el cine, la música, el arte o la fotografía, por supuesto, son siempre fuente de inspiración consciente o inconsciente. Pero la inspiración también se obtiene muchas veces de cosas más terrenales e inesperadas, como la simple observación de la naturaleza, por ejemplo.
En cuanto a lo que transmite mi obra, yo no puedo decirlo, es el público el que juzga. Lo que me motiva de la comunicación es poder traducir gráficamente conceptos o ideas complejas de manera sencilla, inteligente y, si es posible, con humor. Eso es lo que me gustaría que se percibiera de algún modo en mi trabajo.

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir

Palabras que manchan. © Diego Mir
Tus ilustraciones han sido publicadas en diferentes medios ¿Cuáles son las mayores dificultades creativas a las que te has enfrentado? Influyen muchos factores aquí. No es lo mismo una tribuna de opinión que se ha de publicar mañana y para la cual tienes apenas unas horas para trabajar en la ilustración que la acompañe, que trabajar en un artículo de psicología, por ejemplo, para el cual tienes días o semanas, lo cual te permite dedicar mucho tiempo a la ideación y bocetaje, descartar, seleccionar y recrearte después en la ejecución hasta que la ilustración final quede muy pulida. Tampoco es lo mismo ilustrar en el interior de un periódico, donde la lectura es ágil y se imprime sobre un papel sin apenas gramaje ni calidad, lo cual no te deja margen para recrearte en detalles, que ilustrar en una revista dominical con un enfoque muy diferente: aquí el lector pide una lectura sosegada, con cuidado por el detalle y abierta a diferentes significados. Y por supuesto, no es lo mismo una ilustración pequeña de interior, efímera (un día en el caso de los periódicos) y rodeada de multitud de texto, que una ilustración de portada para una publicación o suplemento. No puedes medirlo todo con los mismos parámetros de dedicación y auto-exigencia; ni la finalidad, ni los plazos, ni el presupuesto lo permiten. Aunque los presupuestos en la ilustración para prensa en nuestro país, todo sea dicho, no son para echar cohetes precisamente.
Personalmente tengo la suerte de tener clientes en el mundo de la prensa con los que tengo mucha afinidad. Es muy importante en ese sentido la figura del director de arte, la persona responsable de todo lo relativo al universo gráfico de una publicación determinada. Es quien te contacta para encargarte la ilustración, te proporciona el texto a ilustrar y de quien recibes el feedback de tu/s propuesta/s hasta dar con la ilustración definitiva. En medios nacionales, hasta el día de hoy, los directores de arte confían plenamente en mi criterio y pocas veces se ha complicado un encargo teniendo que plantear muchos bocetos o cosas por el estilo. Por ejemplo, con Diego Areso, director de arte de El País, la comunicación y el proceso en general son muy fluidos. Y lograr este tipo de relación es muy importante no solo a corto plazo, para solucionar un encargo en concreto, sino especialmente a largo plazo, para afianzar esa relación profesional y convertirte en un profesional solvente y de trato fácil al que las publicaciones recurrirán cuando tengan la necesidad.
Eso mismo es muy difícil de lograr trabajando para clientes extranjeros, al menos a mí me cuesta mucho más. Ilustrar para medios extranjeros puede suponer un quebradero de cabeza si el encargo se llega a complicar con bocetos, cambios y más cambios, además del handicap que supone de por si el idioma cuando hablamos de textos densos de opinión relacionados con temáticas económicas o políticas. En publicaciones como el New York Times, por ejemplo, no existe un único director de arte, sino muchos, y su nivel de exigencia, aunque motivador si pensamos en términos de calidad en el resultado final, puede ser agotador. Por otro lado, los presupuestos que se manejan allí son muy superiores.
Sea como sea, el mundo de la ilustración para prensa es duro pero muy estimulante. Es algo que he hablado con otros compañeros de profesión y en general coincidimos en eso. Esa extraña espiral caótica de agilidad mental, autoexigencia y malestar general hasta que aparece por fin la idea sobre la que trabajar y sientes que has dado en el clavo, provoca adicción. Es un proceso doloroso y a la vez gratificante.

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir

Romance sonámbulo, Ilustración para la edición ilustrada del “Romancero Gitano” de Federico García Lorca para ediciones Mil coeditores. © Diego Mir

“Lo importante es la educación” Para el País Semanal. © Diego Mir
¿Qué elementos crees que son comunes en tus ilustraciones? ¿Piensas que se te reconoce? Algo muy bonito de este oficio es que te permite “disfrazarte” de manera diferente según las necesidades de cada encargo. En general no soy dado a idolatrar a artistas con un estilo muy definido. Me gusta más que la idea, el concepto, pese sobre la estética. Esto es algo que muchos intentamos; sin embargo, cuando me paro a analizar mi obra, me doy cuenta de que, aunque huya de ello, existen ciertos paisajes frecuentemente visitados. Creo que son más bien recursos, como la combinación de fotografía e ilustración, la utilización de dos o más elementos sacados de su contexto para darles un nuevo significado o el gusto por las texturas y por los fondos con color plano. Otras “marcas de la casa” que me acompañan de manera inconsciente pero casi obsesiva son la economía de medios o la tendencia a las composiciones centradas. Supongo que, al final, uno no puede evitar esos tics nerviosos.
¿Qué cualidades crees que se necesitan para sobrevivir en el mundo de la ilustración y el diseño? A día de hoy sigo sin tener ni idea, y dudo de que alguien tenga la fórmula. Pero supongo que, como en todo, es una suma de talento y suerte. Eso sí, cuando doy alguna charla a alumnos hago hincapié en dos aspectos: el primero, si estáis en esto por el dinero, cambiad de oficio, estáis a tiempo; el segundo: esto es una carrera de fondo y no hay garantía de éxito, así que paciencia y mucha constancia.
Sabemos que tienes tres vertientes distintas; la ilustración, el diseño gráfico y la tipografía. ¿Qué aporta cada una a tus proyectos? ¿Las trabajas por igual? En realidad me cuesta compartimentar esas vertientes, porque, en última instancia, forman parte de un todo: la comunicación. Todo es comunicación. De algún modo, cuando ilustro estoy diseñando (aplicando criterios de geometría, apoyando los distintos elementos sobre retículas invisibles, eliminando elementos que considero que no aportan y dificultan la lectura, utilizando tipografía como elementos de dibujo…). Igualmente, cuando diseño soy muy dado a utilizar la ilustración como elemento de apoyo o incluso como protagonista. Además, me resulta impensable desvincular la tipografía del diseño gráfico, es una herramienta clave en nuestro oficio.
Cada encargo es un mundo. Incluso si te especializas y tu único medio es, por ejemplo, el diseño web, cada proyecto puede ser totalmente diferente. Los plazos, el briefing (o su ausencia), el presupuesto, la relación con el cliente, los medios de que dispones, tus habilidades, tu carga de trabajo… Cada uno de los factores que conforman el global de un encargo hace que resulte casi imposible comparar proyectos. Esto mismo, extrapolado a mi perfil, hace que para mí no prime la idea de especialización, sino de encargos concretos con necesidades concretas. Puede tratarse de una ilustración para un artículo de opinión o de una portada, del logotipo de una entidad pública o privada o de una campaña gráfica dirigida a toda la población o solo a un público determinado, pero en esencia es lo mismo: comunicación gráfica. Algo que necesita ser contado mediante imágenes y/o textos y que debe transmitir información de manera eficaz y atractiva.

Enlloc, es un proyecto personal. Un espacio para el juego y la experimentación gráfica donde puedo sentirmeclibre para aprender de los errores y aprovechar las decisiones correctas. © Diego Mir

Enlloc, es un proyecto personal. Un espacio para el juego y la experimentación gráfica donde puedo sentirmeclibre para aprender de los errores y aprovechar las decisiones correctas. © Diego Mir

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir
El confinamiento nos ha afectado a todos, pero ¿Cómo ha influido en ti? ¿Te ha hecho replantearte cuestiones sobre tus futuros proyectos? A nivel profesional no ha supuesto un cambio especialmente significativo, ya que, salvo las primeras semanas del confinamiento, por suerte no me ha faltado trabajo. Además, yo teletrabajo desde siempre, así que no he acusado ese cambio. Por otro lado, tampoco soy de los que dedican tiempo y recursos a pensar en el futuro, siempre he vivido al día, para bien o para mal. Una de las cosas que nos está recordando esta pandemia es que de poco sirve hacer planes.
Como padre, eso sí, el confinamiento fue algo muy duro. La conciliación es una quimera; simplemente es una palabra que alguien inventó pero que no tiene equivalente material ni herramientas prácticas que lo hagan posible, porque hemos creado una sociedad en la que trabajo y crianza son incompatibles. Los padres y madres estamos teniendo una carga laboral y emocional extremadamente difícil de llevar, y las previsiones respecto al inicio de curso, así como la gestión de nuestros líderes en materia de educación no nos hacen ser optimistas. Me quita el sueño que aspectos como la sanidad, la educación o la cultura, que deberían ser pilares de cualquier sociedad avanzada, queden relegados y sean las asignaturas “maría” del gobierno central. Es un despropósito todo, no veo futuro posible así.
Las redes sociales son un medio de comunicación muy potente ¿Piensas que estas te han ayudado a ser más conocido? Si es así, ¿Por qué? Sin duda. Y no es que yo sea un influencer ni mucho menos, pero cuando aprendes los códigos necesarios para moverte mínimamente por redes, tienes a tu alcance una herramienta de promoción muy poderosa. Todavía oigo a compañeros de profesión afirmando que las rrss no sirven a nivel profesional. Simplemente no me entra en la cabeza, es negar lo evidente. Es tan sencillo como asumir de una vez que formamos parte de una época determinada. Entiendo que cada uno podamos tener más afinidad hacia una red social concreta o que no nos guste cómo se maneja nuestra información, y debemos ser críticos. Pero negar sus ventajas es absurdo.
Tu trabajo fotográfico es menos conocido. ¿Lo consideras como un hobbie? Un hobbie que actualmente tengo muy abandonado, la verdad. A día de hoy recurro a la fotografía como parte de mi trabajo. Fotografío objetos que utilizo en mis ilustraciones, por ejemplo. Y, como buen padre baboso, saco la cámara para hacer fotos a mi hijo. Pero supongo que es algo cíclico y que en algún momento recuperaré las ganas de fotografiar porque sí. La verdad es que, cuando me da por alguna actividad, me vuelco en ella hasta rozar lo obsesivo. Eso permite una curva inicial de aprendizaje muy pronunciada, pero dificulta ser constante a largo plazo.

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir
¿Tienes algún referente/autor que te influya o inspire? Muchos. Aunque, como ya he dicho, no soy especialmente mitómano y no voy a nombrarte a gente inesperada o sorprendente: Joan Brossa, Saul Bass, Daniel Gil, Shigeo Fukuda, Milton Glasser, Isidro Ferrer, Cruz Novillo… Para mí es importante fijar la mirada en referentes muy consolidados, en gente cuyo poso ya ha quedado establecido de manera muy clara y cuya obra trasciende una época determinada, porque los conceptos que han utilizado son inmunes al paso del tiempo. Las buenas ideas permanecen, pero los estilos vienen y van. La estética es demasiado permeable y es fruto de modas o corrientes efímeras. Es difícil prever si viene para quedarse o si es tan fugaz como todo lo que rodea al consumo desmedido de información visual que estamos viviendo. No me interesa. Pero el universo de las buenas ideas es atemporal.
¿Has cumplido algún sueño profesional? Si es así, ¿Cuál? No lo calificaría de sueño, pero lo cierto es que ser elegido por parte de un jurado profesional en una llamada a proyecto en base a mi portfolio para realizar la imagen gráfica de Falles junto con Fase Studio supone de algún modo un reconocimiento más a mi trayectoria profesional. Nos preceden profesionales a los que admiramos profundamente, es la fiesta por antonomasia del País Valencià y estamos muy motivados, además de que nos hace mucha ilusión trabajar juntos. Es un hito importante.
También supuso un subidón en su día mi primera ilustración para The New York Times, por citar algo. O mi primer encargo de muchos siguientes para El País Semanal. Y por supuesto fue fantástico que una editorial como Penguin Random House decidiera publicar El Padre del Año, mi locura sobre paternidad y humor en forma de libro.
En cualquier caso, al margen de sueños cumplidos y aunque suene a perogrullada, me considero muy afortunado pudiendo dedicarme a algo que me gusta. He vivido la otra cara, nunca he tenido miedo a trabajar de lo que fuera para llenar la nevera o pagarme mis caprichos de adolescente (hasta de vigilante de parking o de operario en una fábrica), y ahora sé que afectaría a mi estabilidad emocional seguir ganándome la vida con algo que no me motiva. También viví la falta de trabajo por la crisis, que me obligó a hacer la maleta y buscarme la vida en Madrid. Mi estancia allí al final dio frutos, encontré trabajo y guardo recuerdos maravillosos de la ciudad y su gente. Pero, recordando lo vivido, espero no volver a encontrarme en la tesitura de quedarme sin trabajo, porque fue un momento doloroso que me hizo dudar hasta de mí mismo y de mi capacidad profesional. Es algo muy difícil de llevar saber que tienes mucho que ofrecer pero no encontrar oportunidades laborales. Me resulta fácil empatizar con la gente que no encuentra trabajo.

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir

Ilustración para el País Semanal © Diego Mir
Cuéntanos qué proyectos futuros tienes entre manos. Lo más inminente y que va a suponer mayor volumen de trabajo es el encargo de Falles, además de que sigo realizando piezas para la temporada anual del Palau de la Música. También he comenzado una relación profesional que espero que siga afianzándose con algunos clientes nuevos. Y espero que los medios impresos sigan contando conmigo como ilustrador durante mucho tiempo.
Por otro lado, quiero insistir en una práctica que comencé hace un tiempo y que me está dando buenos resultados. Se trata de compartir algunos encargos con compañeros de profesión. Me gusta mi proyecto en solitario y no tengo en mente cambiarlo, asociarme con alguien o convertirme en estudio. Pero compartir algunos proyectos, cuando el presupuesto lo permite, con gente a la que admiro o con la que me complemento profesionalmente es algo que me motiva. Se crean sinergias muy interesantes y lo vivido y aprendido hacen que la experiencia personal y profesional pese sobre cuestiones económicas.
Y por último, me gustaría recuperar una iniciativa que quedó truncada por la crisis sanitaria: una exposición centrada en mi obra, especialmente en ilustración para prensa. Cuando el virus nos deje, será una de las muchas maneras que me he propuesto de celebrarlo.
¿Cuáles son tus objetivos a corto y largo plazo? Comer y descansar. Como todo el mundo.