Tate Modern (Londres) presenta una exposición dedicada a la artista húngara Dóra Maurer (nacida en 1937). La muestra reúne más de 35 obras, que nos revela la diversidad de su producción, entre obras gráficas, fotografías, películas y pinturas. A lo largo de más de cinco décadas, su trabajo sobresale por su enfoque conceptual y lúdico que caracteriza su trabajo emplenado todo tipo de medios.
Maurer es una figura destacada de la comunidad independiente de artistas, poetas y músicos que defendieron su trabajo al margen del sistema oficial húngaro durante el período socialista. Bajo esta contracultura organizaron exposiciones en apartamentos y publicaron revistas clandestinas.
Formada como artista gráfica en la década de 1950, Maurer llevó su trabajo al límite con sus obras experimentales durante las dos décadas siguientes. En la década de 1970 comenzó a trabajar con la fotografía y la imagen en movimiento, colaborando a menudo con músicos, además de impartir talleres de interpretación creativa. Su trabajo se amplia con dibujos y pinturas cada vez más geométricos y abstractos que continúan más allá de los 70’s. La exposición culmina en una sala de sus pinturas recientes, en la que los colores superpuestos crean una sensación de movimiento y formas flotando en el espacio.
El movimiento, el desplazamiento, la percepción y la transformación han sido constantes en su trabajo. Nunca atada a ningún medio, Maurer sigue siendo una voz única, en constante movimiento.