Además de ser un diseñador fundamental, Miguel Milá ha estado siempre atento al aspecto de los objetos que han salido de su taller, más allá de la cuestión práctica a la que obliga todo buen diseño. Sabe que es importante vivir rodeado de una cierta belleza que nos haga sentir ligados al mundo. Algo visible en su extenso legado creativo.
Miguel Milá Sagnier nació en Barcelona en 1931 en el seno de una familia de la aristocracia catalana. Su tío, el abogado y político Pedro Milá y Camps (1874 – 1940) encargó a Antoni Gaudí el proyecto para la casa que con el tiempo acabaría conociéndose como “La Pedrera” (o “Casa Milá”). Con apenas diecisiete años, ya en 1948, Miguel Milá ingresó en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. No logra, sin embargo, el título de arquitecto porque abandona la carrera. “Me encallé en el cálculo integral. ¡No entendía nada! ¡Me aburría mucho!”, dijo.(1)

Miguel Milá. Foto: Adrià Cañameras, cortesía: Santa&Cole.
Empieza a trabajar en el estudio de arquitectura de Federico Correa y Alfonso Milá, su hermano, donde se dedicará al interiorismo. Tuvo la fortuna de que José Antonio Coderch le encargará algunos diseños de interiores: para empezar acometerá -ahí es nada- el de la Casa Paricio, uno de los proyectos más singulares del arquitecto catalán.
La falta de objetos en aquella época lleva a Miguel Milá a diseñar otros nuevos. Para ello monta su propia empresa, a la que denominará Tramo, con dos socios: los arquitectos Francisco Ribas Barangué y E. Pérez Ullibarri. Maneja algunas referencias: Franco Albini, Ignazio Gardela, Ernesto Rogers o Luigi Caceia Dominioni. Según Milá, el arquitecto Antonio de Moragas (2) se encargaba de traerlos a Barcelona para que dieran conferencias.
Este clima de apertura y creatividad llevó a la fundación de Asocia-ción de Diseñadores Industriales ADI – FAD (Associació de Disseny Industrial – Foment de les Arts Decoratives) por parte del propio Moragas y otros arquitectos como Oriol Bohigas y diseña-dores como otra de las figuras esenciales del diseño catalán del siglo XX, André Ricard. Miguel Milá, por su parte, se incorporó al poco tiempo de su puesta en marcha.

Miguel Milá. Foto: Adrià Cañameras, cortesía: Santa&Cole.

Lámpara “TMC” Miguel Milá para Santa&Cole
Antes, sin embargo, Miguel Milá ya había iniciado su carrera como diseñador industrial por libre. En el catálogo de Santa & Cole podemos ver su primer modelo creado: la lámpara TN (1956), diseñada expresamente para su tía Nuria Sagnier: “Debía tener, como característica principal, que se pudiera variar la altura del punto de luz, y así adaptarse a diferentes usos”, dirá de este modelo el propio Milá. Una lámpara que se caracteriza -podríamos ampliar la afirmación al resto de la producción futura de nuestro diseñador- por la sobriedad y la depuración de formas; en este sentido, Milá se siente heredero del Movimiento Moderno y la Bauhaus de Walter Gropius.
En una entrevista afirmará (3) que “el mío es un diseño purista, racionalista, de esteticismo contenido, que intenta mejorar lo ya presente”. En ella describirá, además, el proceso de trabajo, que comienza con los prototipos y sigue con los dibujos. Su filosofía se resume en el titular que extrae el periodista como epítome de este encuentro: “Me gustan las cosas simples y duraderas”.
En Miguel Milá, por añadidura, se corrobora el dicho de Louis Sullivan que reza que “la forma sigue a la función”. El modelo TMC (1956) surge igualmente de una nueva función. Y de un requerimiento que llega aparejado al contexto de la España de la época: tiene que diseñar un producto barato para poder optar a un concurso. En la arquitectura y el diseño, corrientes como el racionalismo (en la figura de contemporáneos como Giuseppe Terragni) se impone. Toda su obra posterior será una conti-nuación de estos presupuestos.

Colección “ROOM” Miguel Milá para TRENAT
Albert Ràfols-Casamada, pintor, poeta y profesor de diseño en la escuela Eina, dirá de nuestro diseñador, sucintamente que “es un creador de cosas útiles”, alguien, en resumidas cuentas, “que mejora nuestro entorno”. Y, finalmente, algo que corrobora nuestra afirmación anterior que lo liga con el funcionalismo de Sullivan: “No me extraña que (…) dijera que empezó a hacer diseño sin saber exactamente qué fuese tal cosa, porque en él fue siempre antes la práctica que la teoría”. O de cómo en Milá “inventiva” y “habilidad manual” se dan la mano.
José Corredor-Matheos, por su parte, define a Miguel Milá en parecidos términos. Dice que “entronca con la racionalidad y el funcionalismo de la Bauhaus, pero con libertad”. Destaca, además, su interés por los materiales “fiables” y su realismo, que tiene en cuenta “condiciones sociales, industriales y de mercado”. Corredor-Matheos se hace eco de una afirmación de Anna Calvera, quien comparaba a Milá con José Antonio Coderch, el gran arquitecto de la modernidad catalana: “Si en Coderch hay toda una investigación sobre lo moderno contenido en lo vernáculo, en Milá la tradición es urbana, moderna y burguesa”.

© Miguel Milá TRAM Bench

Papelera ”Laurel & Hardy” Gonzalo & Miguel Milá, para Escofet.

Lámpara “M64” para Santa & Cole. Miguel Milá
Otro arquitecto afamado por su relación con el diseño, Juli Capella (4), trae a colación el carácter intuitivo de Milá (un diseñador “sin método”) y su uso de la “tecnología adecuada”, “la justa para cada necesidad”, que desmiente la idea, algo extendida, de que renunció a ella. Ante esto, podríamos afirmar que, en su búsqueda de lo sencillo, los artefactos de Miguel Milá rehúyen todo artificio tecnológico. Si Calvera pone a Milá en relación con Coderch, Capella lo hace citando al crítico de arte y figura relevante de la influyente revista Serra d’Or (también diseñador en su juventud)(5), Alexandre Cirici Pellicer, y al GATCPAC (Grup d’Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l’Arquitectura Contemporà-nia) de Josep Lluís Sert y otros arquitectos de la modernidad durante la Segunda República. Finalmente, Daniel Giralt-Miracle insiste en su condición de clásico. De su obra ha dicho: “La gran mayoría de estas piezas no envejecen, se mantienen vivas, se siguen produciendo y nadie pregunta si son antiguas o modernas porque son, esencialmente, útiles”(6). Útiles y, añadimos nosotros, bellas. Giralt-Miracle conoce tanto la obra como la figura de Milá. Ambos han coincidido como profesores en las escuelas Eina y Elisava, en Barcelona. Juntos organizaron una exposición titulada Barcelona, París, Nueva York en 1985. Esta proximidad le ha permitido conocer su sistema de trabajo, que compara con el de los maestros de obra del románico: el conocido como “ensayo y error”. Una afirmación de Giralt-Miracle que condensa lo dicho hasta ahora bien pudiera ser ésta: “No podemos olvidar que cuando todavía predominaba el mal gusto conocido como ‘Remordimiento español’, cuando nuestros decoradores eran literalmente ‘horteras’, cuando nuestro mobiliario miraba atrás y se inspiraba desorientado en los estilos históricos apareció un diseñador que prescindió de todo aquello que no era necesario, de todo aquello que no era claro y limpio, de todo aquello que complicaba la vida en vez de hacerla más fácil”.(7)
A lo ya expuesto, hay que añadir algunos hitos en la vida y obra de Miguel Milá. Así, por ejemplo, en 1960 gana el premio de H Muebles por una butaca de tubo de hierro y piel negra. El jurado de dicho premio lo componían figuras de la arquitectura tan importantes como el ya mencionado José Antonio Coderch o Sainz de Oiza.

“HARPO” Miguel y Gonzalo Milá para Santa&Cole

Miguel Milá & Gonzálo Milá. 2017. Silla “GATA” para Expormim.

“GRES” para Expormim.

Banco “BRUNO” para Escofet.
Durante la década de 1960 ejerce como docente en la escuela Elisava. En 1961 gana el premio Delta d’Or por su lámpara TMC. En 1987 le es concedido el Premio Nacional de Diseño en su primera edición. En 1993, se le condecora con la Creu de Sant Jordi. En 2008, con Il Compasso d’Oro, que otorga el ADI italiano. Poco antes, en 2003, tiene lugar una exposición antológica de su obra en el Palau Robert. Más recientemente, en 2010, con setenta y nueve años, recibe el Premi Nacional de Cultura a la Trajectòria Professional i Artística, que recibe en el Palau de la Generalitat de Catalunya.
Su hermano, Leopoldo Milá, fallecido en 2006, ejerció igualmente como diseñador industrial. Creó motocicletas como el modelo Impala de Montesa o la Cota 247, la primera motocicleta de trial.

“Tombal” by Miguel Milá para Mobles 114

Mesas “MMS”, Miguel Milá. 1963 para Mobles 114.

Banqueta “Neoromantico” by Miguel Milá

Tumbona “HARPO” by Miguel Milá para Santa & Cole

Lámpara “TMM” para Santa&Cole.
LUMINOSAS CREACIONES
El catálogo de productos diseñador por Miguel Milá es amplio. Buena parte de su producción reside en la elaboración de lámparas, aunque no solamente; basta pegar un vistazo a su inmenso corpus creativo.
En este apartado referido a su diseño de lámparas encontramos un importante número de ellas elaboradas en madera o materiales sencillos que perduran en el tiempo. A este respecto, nuestro diseñador afirmaba: “En realidad soy un diseñador preindustrial. Me siento más cómodo con aquellos procedimientos técnicos que me permiten corregir errores, experimentar durante el proceso y controlarlo al máximo. De aquí también mi preferencia por los materiales nobles, que saben envejecer”. Buena muestra de ello son lámparas hechas en madera como Cesta (1964); en caña (Manila, 1961) o en aluminio (M68, 1968). Otras, como las ya mencionadas TMC (acrónimo de Tramo Móvil Cromado) o TMM (Tramo Móvil Madera), ligadas a sus primeros años como diseñador, quedan como auténticos clásicos de un diseño industrial español que lo es gracias a figuras como la de Miguel Milá.
El resto del catálogo, no menos considerable, incluye modelos como Americana (1964), un homenaje a George Hansen; Diana (1995), una lámpara de pie diseñada con Federico Correa y Alfonso Milá, o TMD (1996), una versión de sobremesa de la TMM. En octubre de 2017 se allegó hasta Valencia para participar en el Espacio Nude de Feria Valencia. En aquella ocasión insistió en una idea que suele pasar desapercibida: la importancia que tienen las cosas, los objetos, que nos rodean. De la belleza de estas, de su armonía con el entorno. Lo resumió perfectamente con estas palabras: “Todos los objetos que me han rodeado me han hecho como soy”. Milá en estado puro.

Familia de lámparas “CESTA” 1960. Miguel Milá para Santa&Cole. Foto: Salva López.

Miguel Milá y su lámpara TMC. 1961 para Santa&Cole. Foto: Poldo Pomés