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EL RAMALAZO PUNK DE MANUEL OLÍAS

El dibujante Manuel Olías expone estos días una serie de dibujos sobre papel en el popular barrio de Ruzafa (Valencia). Hace entre diez y quince años, Manuel empezó a hacer la serie de dibujos de los que ahora muestra una selección. Para ello se ha servido de todo lo que le ha salido al paso: rotuladores, ceras o simplemente lápices de colores. 

Porque si hay algo que llama la atención en estas obras es el color: el uso que hace de él, completamente libre, buscando los efectos que ve -o cree ver; le hablamos del libro de Arthur Zajonc: Capturar la luz (Atalanta)- en las imágenes, en los referentes escogidos (o en su ausencia); estos últimos extraídos con frecuencia de los actuales medios de formación de masas (por decirlo con una expresión del maestro Agustín García Calvo).

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Manuel Olías. El acuerdo de Paul Barton.

Manuel cultiva el dibujo con cierta frecuencia, como podemos deducir. No en vano, durante su periplo madrileño ha trabajado con la galería Columpio, una de las primeras -si no la primera- que decidió apostar por este medio sobre el soporte papel.

Algunos de esos dibujos, compuestos a partir de largas tiras horizontales, independientes entre sí, son plegables; pueden guardarse en una sencilla y pequeña caja. Y portátiles: remiten -nos parece- a la Boîte-en-valise de Marcel Duchamp. Pero también a la libertad en su sentido más amplio. Y al mundo del libro, o del libro-objeto, más específicamente. A su autor le interesa la lectura, la filosofía, la poesía. El porqué de las cosas, su polisemia, el interior más que el exterior.

A poco que uno se fije puede hallar en obras como Fata Morgana, trasunto o recreación de un perfil de usuario de una conocida red social, aspectos como los que acabamos de apuntar. Son dibujos con frecuencia proyectados en los que el color, y con él la línea, refracta, o se quiebra en favor de otras continuidades o vacíos.

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Manuel Olías. Fata Morgana.

Olías se considera a sí mismo “trazador” más que dibujante, pero tanto da. Se apropia de imágenes del imaginario colectivo, característica de los tiempos líquidos y posmodernos en que nos ha sido dado vivir, para hacerlas suyas. O del espectador. Tanto da, sí.

De este modo desfilan ante nosotros fotogramas extraídos de un canal de vídeo en los que vemos pianistas con elefantes como si fueran alucinaciones cotidianas, ahí a la mano: véase -contémplese- la escena del hombre caído: si duerme o si se ha caído (como acertó a preguntarse una más que joven visitante), sólo Manuel nos lo desvelará. Por otro lado, están los homenajes a la tropa de pintores que suponemos emparentados con nuestro artistas: Diego de Velázquez, Andrea del Sarto.

Olías, lector de Nietzsche, de Gustavo Bueno, de tantos autores más -como ya apuntáramos-, esconde tras una (franca) sonrisa un considerable ramalazo punk. Que todo lo pone en duda. O del revés. O de vuelta y media. O no. Según.

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Manuel Olías. Madre soy idiota.

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© Manuel Olías

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Manuel Olías. When in China.

Manuel Olías en Color Elefante

Manuel Olías en Color Elefante

Galería Color Elefante
Calle Sevilla, 26. València
Hasta el 21 de Junio de 2019

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