Al prologar la obra escrita del pintor Ad Reinhardt, Barbara Rose destacaba su capacidad para dejar atrás el caos primordial en favor de algunas de las cimas del espíritu y en detrimento del materialismo y sensacionalismo de la época. Para ello, Reinhardt tomó e hizo suyas formas de expresión de otras civilizaciones que creía más refinadas: la del arte islámico o la del paisaje chino, verbigracia. 

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Kandinsky acaba de escribir De lo espiritual en el arte en 1910; es decir, en los albores de la abstracción. En sus páginas reclama un tipo de espectador que sea capaz de extraer el significado profundo que se esconde tras cada pintura. De este modo, a través de la riqueza cromática que ha de tener cada composición, el espectador puede llegar a sentir una cierta emoción.

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Unas décadas más tarde, en 1953 más concretamente, Michel Seuphor, crítico y pintor él mismo, dicta una conferencia a propósito de la obra de Hans Arp y de su compañera, ya fallecida, Sophie Taeuber-Arp. Lleva por título Mission spirituelle de l’art, y en ella reflexiona acerca de la naturaleza religiosa del arte abstracto. La abstracción deviene así en forma significante que, a través de la contemplación, revelaría al ser humano su naturaleza trascendente.

Los abstractos concretos, en la otra orilla, con Theo Van Doesburg a la cabeza, negarán esta significación y esta trascendencia. Pero esa es otra historia.

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Las obras de Luis Moscardó, como las de los Arp, al decir de Seuphor, podemos considerarlas como “puros ejercicios espirituales”. Revelan estados de ánimo y una trascendencia espiritual que está en la base del arte de algunos de los artistas más destacados del siglo XX: desde el propio Ad Reinhardt a su compañero de generación Mark Rothko; de Henri Michaux a Sean Scully. Verbigracia.

Podemos comprobarlo en esta nueva serie de obras sobre papel que el de Benigànim presenta en esta ocasión en la galería Punto bajo el título de Sumergidos. En ellas, la propia inspiración remite a fuentes orientales: las mismas que contienen conceptos clave de la filosofía zen; la temática, a la pérdida constante que sufre el ser humano, sea a través de la muerte de los demás, sea a través de la propia decadencia del cuerpo.

En esta pretendida oscuridad de formas aparentemente deslavazadas y sin sentido, rotundas en su colorido, hallamos, pues, un significado no tan oculto. La oscuridad no es oscuridad, que dejó escrito Reinhardt. Dependerá de cada cual su desciframiento y su apropiación. Decía Kandinsky en la obra citada que “existen espectadores así, pero son raros”. Es probable que sea así, que todavía hoy la frase tenga sentido: nos cuesta elevarnos para ver más allá. Pero es posible llevar a cabo tal empresa. Basta con proponérnoslo.

BIBLIOGRAFÍA:

• KANDINSKY, Wassily. De lo espiritual en el arte. Barcelona: Paidós, 2011.
• ROSE, Barbara (ed). Art as art. The selected writings of Ad Reinhardt. Berkeley/Los Angeles: University of California Press, 1992.
• SEUPHOR, Michel. Mission spirituelle de l’art. París: Berggruen & Cie, 1953.

Sumergidos. Un proyecto en cinco actos / Luis Moscardó.
Galería Punto. Calle Burriana, 37 (València) – Hasta el 28 de febrero de 2019