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MAX ERNST Y LA “HISTORIA NATURAL”, EXALTACIÓN SURREALISTA

El Museo de Arte Abstracto de Cuenca muestra estos días las treinta y cuatro estampas que el surrealista Max Ernst (1891–1976) preparó para la carpeta titulada Histoire naturelle, publicada por la galerista Jeanne Bucher en 1926.

Hace aproximadamente un año la editorial Turner publicó Leonora Carrington. Una vida surrealista de la periodista inglesa Joanna Moorhead, descendiente directa de la pintora. En el libro, un relato biográfico en el que además se inserta la peripecia de la escritora hasta dar con la que era considerada “bicho raro” de una distinguida familia, Moorhead daba detalles del romance que una joven Carrington mantuvo con un ya talludito Max Ernst; ambos se refugiaron en un caserón de Saint Martin d’Ardèche, un pueblecito francés, por el que pasa media tropa surrealista, de Man Ray a Paul Éluard y amigos como Roland Penrose.

Una historia jugosa, no por la historia de amor en sí (que también), sino sobre todo por el contexto histórico en que se dio, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial de por medio, y las consecuencias que tuvo para ambos; Ernst, por su condición de alemán, fue detenido. Ella se quedó sola y vivió uno de los capítulos más extraños de su vida precisamente en España. Mejor léanlo.

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Max Ernst Histoire naturelle [Historia natural], 1926. Carpeta entelada. Colección particular

El alemán es uno de los surrealistas que mejor fortuna crítica ha tenido. Conocido por sus collages (otra editorial, Atalanta, publicó sus muy recomendables Tres novelas en imágenes), pero también por haber inventado la técnica del frottage, Ernst supo cómo rentabilizar sus logros artísticos con su indudable capacidad de seducción.

Es conocida la gran producción sobre papel que acumularon los vanguardistas europeos de comienzos del siglo XX. El libro fue una de sus formas favoritas de expresión. Dos años antes de que Jeanne Bucher publicara las fototipias que conformarán la carpeta que ahora podemos ver en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, Jean Arp y El Lissitsky dieron a la imprenta el ya clásico Kunstismen, en torno a los propios movimientos de vanguardia.

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Cartel del documental Max Ernst – Excursions dans le subconscient [Excursiones en el subconsciente], Festival de Cannes, 1964. Cartel: impresión sobre papel. Colección particular

En los dibujos para Histoire naturelle que luego se reproducirán en fototipia -una técnica que en sus comienzos, finales del siglo XIX, se utilizó sobre todo para la reproducción de postales-, Max Ernst da buena cuenta del frottage. Lo utiliza para los fondos; unos fondos que con frecuencia imitan superficies como la madera, de la que el artista se sirve. Sobre ellos dibuja elementos orgánicos con frecuencia indeterminados (otras veces no: en una de las estampas aparece uno de sus queridos caballos) conformando paisajes oníricos, que suponemos sugeridos por el subconsciente. De ahí el efecto extraño, inquietante, pero también atractivo, de estas estampas.

En la sala donde se exponen podemos contemplar, dispuestos en unas mesas que recuerdan a las formas orgánicas de Jean Arp (el suizo escribió un prólogo para esta carpeta), distintos ejemplares de publicaciones del grupo surrealista como el Manifiesto surrealista de Breton, el catálogo de la exposición de collages del grupo en 1930 (La peinture au défi, con texto de Louis Aragon) o À la grande nuit ou le bluff surréaliste, la renuncia de Artaud a engrosar sus filas. De igual modo, se puede ver en una pequeña pantalla el documental Max Ernst. Mis vagabundeos, mis inquietudes (1991), del director Peter Schamoni.

El catálogo de la muestra recoge la reproducción de la edición original con las fototipias, el prólogo de Arp, un ensayo de Georges Sebbag así como el prefacio que Ernst escribió para una edición de Histoire naturelle. Dessins inédits (1956).

En este último, el alemán afirmaba: “No temamos caer en la infancia del arte. No molestemos a a esos ciegos que por la noche bailan sobre los tejados de nuestras ciudades y campos. Más enamorados de la vida que vivos, no buscan más que el vivir, no quieren ver. Saludemos los mares que se elevan. También a las lunas”. Un canto a la vida, efectivamente, pese a la negritud de los tiempos. De cualquier tiempo. Así sea. Siempre.

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Max Ernst les éclairs au-dessous de quatorze ans [los rayos adolescentes]. Lámina XXIV de la serie Histoire naturelle [Historia natural], 1926. Fototipia sobre papel. Colección particular

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Max Ernst la roue de la lumière [la rueda de la luz]. Lámina XXIX de la serie Histoire naturelle [Historia natural], 1926. Fototipia sobre papel. Colección particular

MAX ERNST: HISTORIA NATURAL. Museo de Arte Abstracto Español – Cuenca / Fundación Juan March. Hasta el 24 de marzo de 2019

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