La galería ClampArt (New York) presenta la exposición ”Olaf Otto Becker: Ilulissat”, la primera muestra individual del artista en la galería. La exposición coincide con la nueva monografía del artista Ilulissat: Sculptures of Change-Greenland, 2003-2017 (Hatje Cantz, 2018).
Durante catorce veranos, el fotógrafo alemán ha estado viajando a Ilulissat, una ciudad costera en el oeste de Groenlandia, conocida por el fiordo de hielo de Ilulissat y los enormes icebergs en la bahía de Disko. Becker se ha forjado un nombre en el mundo del arte debido a su extenso trabajo de documentación de imponentes icebergs del ártico, majestuosos paisajes ahora atravesados por impresionantes ríos provocados por el deshielo polar.
Con un su pequeño bote, Olaf se desliza entre los glaciales fotografiando enormes icebergs que compara con “esculturas cambiantes” a medida que se desplazan y se derriten lentamente en las aguas tranquilas. Por supuesto, durante el corto período de tiempo que el artista ha pasado sus Julys en el extremo norte, ha sido testigo de indicios innegables de cambio climático. Durante los inviernos, el océano a menudo ya no se congela, y en los veranos la temperatura ahora puede superar los 70 grados Fahrenheit.
Al igual que los gigantes flotantes, los enormes icebergs se elevan dramáticamente sobre el agua, sus formas únicas se reflejan prístinamente en la superficie vidriosa de abajo. Pero, a pesar de su imponente aspecto, también reflejan con claridad su fugaz existencia. El artista escribe: “Para mí, los icebergs son maravillosas esculturas temporales creadas por sí mismas, pero al mismo tiempo son también monumentos naturales, recordatorios del continuo proceso del cambio climático, en el que los humanos estamos influyendo en gran medida por primera vez en la historia del planeta”.
Expuestas en gran formato, las representaciones de icebergs de Becker reflejan en silencio estas formas imponentes mientras descansan en aguas misteriosas entre la niebla. En el pasado Olaf cuenta que en ocasiones, la densidad de icebergs era tan alta que debía realizar largas esperas para atravesar la bahía, mientras que ahora el océano está casi libre de cualquier obstrucción.