¿Sí?… ¡que te casas!… claro, estaré encantada de hacer las alianzas. Pero, ¿con quién te casas? Me caso con la vida, conmigo misma, transgrediendo la norma.
¿Somos seres incompletos? ¿Es imprescindible conquistar la alteridad, la unión con el otro? ¿Qué es el género? ¿Por qué mi sexo condiciona mi destino? ¿Hasta dónde puedo elegir? ¿El amor nos hace libres? ¿Qué es el amor? “No se nace mujer, llega una a serlo”. Nos lo dijo Simone de Beauvoir hace ya tiempo. Y a veces no encajamos, no hay manera. Y rompemos moldes y arañamos principios y creencias, tambaleando cimientos que parecían indestructibles. La sociedad nos marca pautas para crecer y alcanzar la madurez. En esa supuesta evolución, el individuo debe ir completando ritos. Pero, ¿qué sucede cuando el individuo no consigue alcanzar la meta marcada por la sociedad? ¿Realmente es un fracaso o es el inicio de una nueva posibilidad, de abrir un nuevo camino que rompa estereotipos y conquiste un peldaño más de libertad?

© Carmen Sevilla. Fotografías: David Jambrina y Jorge López Muñoz.

© Carmen Sevilla. Fotografía de David Jambrina y Jorge López Muñoz.

© Carmen Sevilla Fotografía de David Jambrina y Jorge López Muñoz.
El amor es una fuerza peligrosa, subversiva, indomable y por ello las civilizaciones han intentado definirla, regularla y estructurarla, dentro de unas costumbres y ritos que fueran adecuados al sistema. El 30 de abril participé en uno de esos ritos, transformado y transgredido por otra fuerza peligrosa, subversiva e indomable: el arte. En la performance “Mi Boda” desarrollada en el Centre del Carme Cultura Contemporània, la artista Rosi Moreno nos hizo reflexionar ante la pregunta: “¿Qué es una mujer de 50 años en la sociedad actual que no se ha casado y no ha tenido hijos?”
Desafiando al destino programado, la artista le planta cara al patriarcado y se declara ser completo, que promete amarse y respetarse hasta el fin de sus días. Formaliza ese amor a través de un contrato social reclamando que también le garantice la pertenencia al grupo y el respeto de sus iguales. La ceremonia siguió la liturgia del rito católico, pero con matices rotundos que alteraron conciencias, despertaron curiosidad y desconcertaron. Muchos de los invitados pensaban que asistían a una boda tradicional, incluso miembros de su propia familia cruzaron la península porque “por fin se casaba la niña”. Las voces discordantes fueron teatralizadas y el verdadero amor, el que se nutre del respeto al otro, del que acompaña sin razón, nos envolvió a todos.
Todo el acontecimiento fue documentado por un equipo de profesionales de la EASD de Valencia, alumn*s y profesor*s, con el fin de editar un audiovisual que constituirá una nueva pieza artística donde se ahondará en los temas abordados en la performance, reflexionando y cuestionando la invisibilidad que la sociedad despliega sobre las mujeres a partir de los 50 años en general, y en particular sobre aquellas que han desafiado y transgredido la norma.
Otras mujeres han sentido el mismo impulso de transgredir y desafiar el perverso destino de encontrar la media naranja que las complete. Grace Gelder en marzo de 2014, cuya idea brotó de una canción de Björk: “my name Isobel, married to myself”. Sophie Tanner, en 2015, se casó en el Brighton Fringe Festival. Yasmin Eleby en Houston, con una ceremonia tradicional, al cumplir los cuarenta. Nadine Schweigert lo hizo para celebrar los progresos en su vida. Otras mujeres como Sasha Cagen o Tracy McMillan han teorizado y escrito al respecto. Y en nuestro país, May Serrano con su propuesta colectiva, Sí me quiero, que sigue celebrándose en varias ciudades.
Curiosamente todas mujeres…
Necesitan gritar : “Ella hace lo que quiere”.
Ya le han puesto nombre: Sologamia. Y Jeffrey Levin, curiosamente hombre, ya ha creado una empresa: I Married Me.
Él hace lo que quiere.

© Carmen Sevilla. Fotografía de David Jambrina y Jorge López Muñoz.

© Carmen Sevilla. Fotografía de David Jambrina y Jorge López Muñoz.

© Carmen Sevilla. Fotografía de David Jambrina y Jorge López Muñoz.