Álvaro de los Ángeles (Valencia, 1971). Subdirector de actividades y programas culturales del IVAM. & Dídac Ballester (Valencia, 1972). Diseñador.
Dídac: Hace tiempo leí esta frase: “creo que al diseño debe entenderlo todo el mundo, y no puede caer en la misma trampa que la economía o una parte del arte actual, que se han convertido en un laberinto de operaciones incomprensibles para la mayoría de las personas”… De hecho me la he apropiado, la tengo como uno de los cuatro puntos sobre los que intento construir el diseño. Para que las cosas sean entendidas, además de la humildad y la honradez en la propuesta del artista o del diseñador, debe estar muy presente la pedagogía, la didáctica. En este tipo de actividades la pedagogía es fundamental, al menos así me gusta entenderlo. Ser pedagógico en el diseño es muy sencillo, tú explicas cuál era el problema y cuáles eran los recursos con los que disponías, y es relativamente fácil entender y criticar el por qué del resultado. Ahora bien, sé que el artista también va generando esos condicionantes con su discurso, pero quizás los límites son más vagos, o más ambiguos, al explicar el arte y hacer que pueda ser entendido por una parte importante de la sociedad…
Álvaro: Estoy de acuerdo sobre la cuestión didáctica en todos los ámbitos. La sociedad se ha especializado de manera exponencial y eso ha propiciado que en cada campo de estudio el avance sea enorme; la distancia entre quien investiga diariamente en ese campo y quien lo observa desde fuera es también cada vez más amplia, es lógico. El arte contemporáneo tiene ante sí el gran reto de intentar alcanzar un público más amplio al propiamente sectorial o profesional, y hacerlo con unas herramientas atractivas que no rebajen su capacidad crítica o sus avances estéticos. Por otro lado, la fractura entre el público más amplio y el arte contemporáneo no creo que esté tanto en la dificultad de comprenderlo -que no digo yo que no ocurra- como en el hecho de que mucha gente no ha hecho el cambio a pensar el arte como un proceso también intelectual, no sólo físico, estético y formal, es decir, en términos de composición, color, volúmenes y vinculación más o menos directa con la realidad. El arte contemporáneo construye realidad, de ahí que debe ser visto con ojos nuevos. No es necesario saber Historia del arte para acercarse a él; más bien al contrario, es más idóneo tener actitud ante la novedad y cierta voluntad de aprender desde ese punto, a veces sin asideros.

Alvaro de los Ángeles y Didac Ballester en el IVAM.
Dídac: Me resulta curioso: en el diseño ocurre algo similar. Nuestro público favorito somos nosotros mismos. Muchas veces diseñamos pensando más en otros diseñadores que en el propio objeto del diseño, organizamos exposiciones de diseñadores a las que sólo vamos diseñadores… no tiene sentido. Y lo mejor es que cuando, como profesional te alejas del diseño, te das cuenta que hay un mundo… Tenemos que poner el acento en diseñar para no diseñadores, y en comunicar lo que hacemos a un público de no diseñadores. Sería algo así como recuperar el sentido de lo público en el diseño, o como decía Enzo Mari “recuperar la tensión utopizante de los orígenes del diseño”. Y precisamente esto está tremendamente presente en vuestra exposición “Construyendo nuevos mundos”. Tenemos que ir más a ver esa exposición, jajaja.
Álvaro: La exposición “Construyendo nuevos mundos”, sobre las Vanguardias históricas, pone de relieve la gran colección que posee el IVAM (es decir, que poseemos todos nosotros) y la necesidad de que el museo recupere una idea de proyecto colectivo, por encima de las personas que en un momento u otro lo dirigen. Así que sí, estoy de acuerdo: ¡Venid más! Se ha visto históricamente que el detalle de quién dirige el IVAM es fundamental, pero estaría bien pensarlo como un Institut con varios estratos, como etapas dentro de una línea de tiempo figurada: al final de ésta debiera estar su función como museo nacional del arte moderno y contemporáneo del País Valencià y, entre medias, la posibilidad de que esto se pueda realizar, dotándolo de los medios económicos y humanos necesarios en cada momento. Por otro lado, la cuestión de los públicos es fundamental en todos los ámbitos de la cultura. Exceptuando tal vez la música y la literatura o algún tipo de teatro (que son mundos complejos con muchos niveles pero que llegan a públicos más amplios), el resto de campos culturales se enfrentan a un círculo endogámico que es tal vez positivo para la creación, pero contraproducente para su difusión mayoritaria. En cualquier caso, el diseño debiera salirse de esa endogamia porque, según mi opinión, ha de cumplir una función social, sí o sí.
Dídac: Me preocupa mucho el espacio público, su uso y su estética. Considero que el espacio visual público influye de una manera directa en la calidad de vida de las personas. Hace unos días publiqué “Imagineu q els museus de #valència pugueren usar gratuïtament els mupis de la ciutat per anunciar les expos?”, un tuit que iba en dos direcciones: la preocupación por la difusión del arte y la preocupación por la estética de la ciudad. Hace poco desde el IVAM presentasteis la propuesta de convertir el solar de ampliación en un jardín de esculturas abierto al barrio, y también va por esas dos líneas. Desayuno con viandantes, también, un proyecto ético y con una fuerte carga estética. Los huertos urbanos de Benimaclet, también; 15M, también. ¿Y sabes? En este contexto propuestas como la vuestra tienen un valor importantísimo. Me explico: que la administración hiciera suya esta línea de trabajo, la matizara, la tamizara y la plastificara vomitando un producto “institucional” no extrañaría a nadie… En cambio, que una institución como el IVAM plantee una propuesta como ésta, en la dimensión y escala en la que se ha planteado…
Álvaro: Aun así la cosa no es sencilla. Por un lado, estoy totalmente a favor de tu tuit. De hecho, creo que es algo que el actual alcalde ha entendido. El IVAM, como otros museos de la ciudad, ha tenido muy poca presencia en el espacio público. Es algo que se ha de invertir, sobre todo porque una parte de estos espacios es posible usarlos a través del Ayuntamiento. Esa es una línea de trabajo donde hay mucho por hacer, pero que no parece difícil de resolver con voluntad política.
Otro aspecto es el tema del solar. El proceso iniciado a través del Laboratori Urbà de l’IVAM (formado por asociaciones y colectivos de la ciudad, junto con el IVAM) no es sencillo. En este momento, tanto el Ayuntamiento como la Conselleria de Cultura están de acuerdo, diría que entusiasmados, en recuperar ese espacio para la ciudad. Pero sin perder de vista, aunque no sea exclusivamente, que está destinado a fines museísticos. Hay tres elementos que desde el museo se consideran importantes: abrir la calle a través del solar para vincularlo con el Barrio del Carmen; ubicar una serie de esculturas públicas de la propia colección y, tercero, que sea un espacio delimitado por un valla, con horarios de apertura y cierre, y actividades que puedan desarrollarse también al margen de esos horarios. Las asociaciones y colectivos están divididos al respecto del proceso iniciado, no acaban de ver clara la relación con el IVAM, que es una institución con unos parámetros claramente definidos. Pero yo creo que hay voluntad por ambas partes y que hay que pensar en el proyecto común, en esa finalidad que antes comentaba. Y, sobre todo hacerlo en positivo, porque abrir el solar es una voluntad también política del actual director, cuando se podría haber optado por dejarlo como está…
Dídac: El diseño y el arte son muy distintos entre sí, y a la vez compartimos mucho. Con las herramientas que el arte aporta a la sociedad, las personas pueden llegar a ser mejores personas, y con las soluciones que el diseño aporta a la sociedad, las personas pueden llegar a ser mejores personas. Vale, si lo que queremos es que el arte “llegue” a la sociedad, se trata de una acción unidireccional. Ahora bien, si lo que nos preocupa es que el arte pueda ser entendido por la gran mayoría, y que la crítica esté al alcance de todos, la tarea es multidireccional (artista > museo, artista > público, público > museo, público > artista, museo > público).
Álvaro: La diferencia entre diseño y arte para mí es muy clara, incluso en casos donde en apariencia el arte se inscribe en el espacio público y lucha con las mismas armas de la publicidad. El diseño debe subyacer al encargo, sea éste el que sea, mientras que el arte tiene sentido en sí mismo, incluso para sí mismo. La funcionalidad del arte social o político nada tiene que ver con la función social del diseño; son dos elementos distintos que, claramente, se pueden encontrar en un mismo espacio, pero que se generan y se entienden de formas distintas.
Al respecto de si el arte y el diseño pueden o no hacernos mejores personas… no estoy seguro de que el propósito sea ése. Yo pienso que el diseño nos hace la vida más cómoda y tal vez más agradable, más práctica. El arte, en cambio, nos tiene que hacer ver las cosas en su complejidad, debe enseñarnos a ver aquello que, aún sabiendo que existía, no habías reparado en ello. Esto, lejos de hacernos la vida más cómoda o práctica, nos la complica, pero es que somos seres complejos.
Dídac: “El arte, en cambio, nos tiene que hacer ver las cosas en su complejidad, debe enseñarnos a ver aquello que, aún sabiendo que existía, no habíamos reparado en ello.” Me gusta esto. ¡Me lo quedo! Como diseñador envidio profundamente la capacidad que tiene la música de emocionar, y al arte por la profundidad y complejidad de su relato.
Álvaro: Yo creo en la actitud y el contexto. En el cómo se hacen las cosas y en el dónde se llevan a cabo. El diseño también puede llegar a emocionar: un libro bien editado, respaldado con una visión actualizada del oficio, es un punto de llegada donde muchas cosas convergen… aunque tampoco debe perder su cualidad intrínseca como herramienta.