Como alcantarilla o como fuente, la Bocca de la Verittà siempre ha estado vinculada al agua. Testigo de verdades o purificadora de mentiras, agua que entra o agua que sale, que se escurre y adapta a las exigencias del terreno en un fluir que dibuja el gran viaje que es la vida… por sus líneas nos dejamos llevar y nos perdemos irremediablemente sin que se nos esté permitido ir de turista.
Porque el turismo es un préstamo de vida, una pequeña gran mentira que se nos concede para poder ser quienes no somos; nos permite estar geolocalizados aunque perdidos, y asombrar al resto con nuestras petrificadas capturas. No aceptamos perdernos pero queremos ser exclusivos, y las colas infinitas nos delatan, recordándonos que la duda está más cerca de la verdad que la certeza. Olvidamos que todos los caminos llevan a Roma y nuestro recorrido está escrito en la palma de la mano, pero bajo el móvil, porque nada es tan difícil de creer como la verdad, ni tan seductor como la mentira.

la Bocca de la Verittà, Ilustración: Agueda Alvarruiz