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¿QUÉ NOS PASA CON JAVIER GOERLICH?

El pasado martes 16 de octubre se inauguró la muestra Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962), comisariada por el arquitecto Tito Llopis y el historiador del arte David Sánchez Muñoz en el Ayuntamiento de Valencia. Diez años han tenido que transcurrir para que al fin haya podido ver la luz. Toda una odisea. 

En este país, la arquitectura, de igual modo que el diseño, no tiene cabida en el museo. La prueba no es sólo la carencia de exposiciones científicas en nuestros museos o centros de arte; es sobre todo, el desinterés o falta de conocimiento de nuestros gestores, no ya solo políticos, sino también y sobre todo museísticos. No es normal que haya tenido que pasar toda una década para que una muestra tan importante como la dedicada a Javier Goerlich (1886-1914-1972) haya podido cobrar cuerpo en una sala poco adecuada para una muestra de esta entidad.

La exposición recoge más de trescientos documentos entre dibujos, fotografías y maquetas -también se incluyen algunas de las pinturas que donó al Museo de Bellas Artes: el retrato que le hizo Mongrell o un óleo de Ricardo Verde- en torno al trabajo de nuestro arquitecto. A través de ellos podemos comprobar cómo la fisionomía de la ciudad fue cambiando de forma determinante a lo largo de varias décadas.

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Javier Goerlich Lleó

Javier Goerlich Lleó fue, amén de arquitecto con estudio propio, arquitecto mayor de Valencia; de este modo hay que añadir su nombre al de ilustres sucesores como Francisco Mora (autor del Mercado de Colón, que contó con Demetrio Ribes para ultimar esta importante obra del Ensanche), responsables ambos de grandes construcciones que perduran y configuran en buena parte la imagen de la ciudad actual.

Goerlich es una de esas figuras incómodas para unos y para otros. Formó parte de esa tercera España liberal que no pudo reprimir una mueca de asco ante la ola de violencia que inundó España durante nuestra guerra civil. Por añadidura, fue católico, un católico moderado que iba por libre, como ha remarcado su sobrino-nieto, el catedrático de la Universitat de València Daniel Benito Goerlich. Otro pecado imperdonable, sin duda. Este poco apego hacia su figura ha llevado, según el familiar, a una fortuna crítica adversa, “incluso a la supervivencia material de una parte significativa de su obra”.

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Acceso sala de exposiciones del Ayuntamiento de Valencia. Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

Efectivamente, su obra, que es lo que realmente nos importa, sigue definiendo la Valencia moderna. Ahí están, por poner unos pocos ejemplos, la Residencia de Estudiantes (hasta hace poco, Colegio Mayor Luis Vives) de la Universidad, el edificio Patuel Longás entre las calles Ruzafa y General San Martín o un Banco Valencia que en su aspecto actual debe más a Gómez Davó (con quien lo proyectó finalmente) que a Goerlich, que había diseñado previamente un edificio mucho más acorde con los tiempos que corrían y que finalmente fue desechado por el comitente.

Ahí sigue, al menos de momento, el Cine Metropol de la calle Hernán Cortés. Porque otros inmuebles, como el Club Náutico (que firmó con Alfonso Fungairiño), han desaparecido víctimas de la piqueta. La conclusión a la que llegamos es que no sólo no queremos conocer nuestro legado arquitectónico (gestores museísticos aparte), es que nos importa bien poco lo que ocurra con él, como demuestra el estado de algunos edificios de nuestros arquitectos más valiosos, militaran o no en la modernidad, como José María Manuel Cortina, cuyo chalet en Torrent sigue cayéndose a pedazos.

En cualquier caso, la exposición que la ciudad le debía a Javier Goerlich se ha hecho realidad. Pese a los “hunos” y los “hotros” que ya irritaran al propio Unamuno. El trabajo de Tito Llopis, una de las personas que mejor conocen la historia de la arquitectura y el urbanismo de Valencia, como ha dejado patente tantas veces, y David Sánchez Muñoz, otro estudioso de la arquitectura valenciana que dedicó su tesis al periodo de la posguerra hasta el fin de la autarquía franquista, merece todos los elogios. Sigamos su ejemplo.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Desaparecido Club Náutico Valencia.

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La plaza de Emilio Castelar con la tortada de Javier Goerlich y el mercado subterráneo de flores en el centro, 1933. Fuente: archivo de la Biblioteca valenciana.

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© Javier Goerlich. Propuesta previa para el edificio del Banco de Valencia.

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Detalle exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

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Vista exposición: Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Foto: Carlota Rodríguez.

Javier Goerlich Lleó: Arquitectura y urbanismo en la ciudad de Valencia (1914-1962). Sala de exposiciones del Ayuntamiento de Valencia. Desde el 16 de octubre de 2018

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